EL
PAPEL DE LA ÉTICA EN LA EVALUACIÓN EDUCATIVA.
El siguiente artículo pretende profundizar y poner de manifiesto cuáles son las principales cuestiones éticas a las que se enfrentan los evaluadores en educación. Comenzando por una justificación de por qué son necesarias unas bases morales por las cuales regirse a la hora de realizar cualquier actividad evaluadora en contextos académicos, seguido de un análisis sobre cuál es la relación que se puede encontrar entre ética y metodología. A continuación se abordarán las principales y más comunes omisiones éticas que se suelen cometer los evaluadores en la realización de su labor, sus motivos y explicaciones, y estableceremos una serie de pautas y criterios éticos de actuación que todo evaluador debería cumplir.
En toda práctica profesional podemos encontrar implicaciones
éticas de un mayor o menor grado, en este sentido es lógico pensar que las
actividades que tengan que ver con prácticas sociales, con contacto humano y
educativo pueden tener implicaciones éticas a las que hay que darles una
mención especial. En el ámbito educativo si no se llevase a cabo una
evaluación, a través de una sana vigilancia moral, se podría caer en la
injusticia, abuso de poder... Por ello, es necesario velar para que los valores
y principios morales se vean latentes en la realidad educativa.
La actuación de los profesores, en la que vamos a incluir la
evaluación académica, tiene una inevitable influencia ideológica y moral, es
cierto que multitud de profesores afirman mantener una cierta imparcialidad a
la hora de desarrollar su labor, pero es indiscutible que hay muchos aspectos
que de una forma inconsciente o simplemente por puro desconocimiento escapan de
sus manos. Ésta es la causa, por lo cual es necesario tener en cuenta, muchos
de estos aspectos como es el caso del etiquetaje, intereses personales, ideas
preconcebidas, influencia de rumores, etc… e intentar actuar en consonancia
ética con nuestra labor profesional. Sobre todo, siendo conscientes de que
cualquier interferencia o contaminación causada por algún aspecto moral puede
dar como resultado una conclusión evaluadora errónea influyendo de este modo
todo el proceso evaluativo. El estudio de la ética educativa del presente
artículo, va a ser una aproximación de este ámbito para a conocer cuáles son
los códigos éticos que tiene que regir la evaluación en el ámbito educativo,
cuál es su realidad y las posibles mejoraras para optimizar su verdadero
significado.
CONSIDERACIONES
ÉTICAS PARA EVALUADORES.
Todas las profesiones elaboran formal o informalmente una
ética específica que suele mantenerse actualizada y revisada constantemente.
Estas consideraciones éticas presentes en las distintas profesiones deben y
buscan respetar el marco ético de la sociedad en la cual se convive, y desde
esta perspectiva aportar sus propios valores que se correspondan con su
profesión, en este caso la evaluación educativa. Tomando como referencia los
elementos éticos que Peterson, Kelly y Caskey (2002) nos proponen, se exponen a
continuación una serie de norma éticas, que amplían la ya aportadas por estos
autores, referidas a evaluación entre profesores, aunque la gran mayoría de
ellas pueden ser aplicables y extrapolables a la evaluación de los alumnos e
instituciones.
De este modo se mencionan los
siguientes elementos:
Conocimiento de las obligaciones,
intereses y necesidades.
• Confidencialidad, tratar los
datos de manera confidencial a no ser que se requiera lo contrario.
• Usar la información solo para los propósitos
definidos.
• Cumplir las pautas acordadas.
• Participan en su propia
evaluación.
• Integridad, no buscar intereses
propios, estatus social o político.
• No tratar desfavorablemente o
perjudicar a otros como resultado de la evaluación.
• No aceptar gratificaciones o
regalos que puedan influir en los juicios de evaluación.
• No realizar declaraciones falsas.
• No limitar los resultados a su
propio estilo o experiencias personales.
• Puntualidad.
• Disciplina.
• Respeto, dirigirse con el mayor respeto a
las unidades a evaluar.
• Actitud, predisposición
positiva hacia la tarea evaluadora que se va a realizar.
• Trabajo en equipo, trabajar en
armonía con el resto de profesionales.
• Orden, seguir un orden en el desarrollo
evaluador.
• Presencia, vestuario adecuado a
la tarea a desarrollar.
• Honestidad, comportarse con sinceridad.
• Actualización, actualización
permanente de sus conocimientos.
• Disciplina, actuaciones
conforme a la normativa vigente.
José Manuel, López Vela, Mª Elena Ordóñez Perea, y Rocío Rodríguez Carlos (2012)